Orar es un acto en que nos decirnos a nosotros mismos aquello que, según lo podemos entender, deseamos lograr a fin de establecer la más adecuada relación con nosotros mismos, nuestro ambiente y con otros. Una relación sin relación, pues no hay qué relacionar.
Orar es potenciar formas de lograr las fuerzas, la templanza y voluntad, para realizarnos como seres.
Orar es buscar los caminos de contemplación que nos permita acceder a la Mente de manera sana, normal y sin caminos.
Orar es plantearnos los caminos que nos llevarán al crecimiento; a la salud espiritual, física y mental, al reconocer que somos seres integrados e integrales. Que somos ser y no podemos distinguirnos.
Orar es amarse a si mismo, al establecer un diálogo en que, nuestro ser y nosotros, el ego y el ello, se validan como interlocutores, hasta que no hay interlocutor.
Orar es potenciar formas de lograr las fuerzas, la templanza y voluntad, para realizarnos como seres.
Orar es buscar los caminos de contemplación que nos permita acceder a la Mente de manera sana, normal y sin caminos.
Orar es plantearnos los caminos que nos llevarán al crecimiento; a la salud espiritual, física y mental, al reconocer que somos seres integrados e integrales. Que somos ser y no podemos distinguirnos.
Orar es amarse a si mismo, al establecer un diálogo en que, nuestro ser y nosotros, el ego y el ello, se validan como interlocutores, hasta que no hay interlocutor.
Del libro "La oración de la rosa" de Pedro Novakovich
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